El mejor hostel de Rio de Janeiro está en una favela

Os escribo desde la hamaca de la terraza panorámica del hostel Maresias do Leme,
una acogedora casita ubicada a los pies de uno de los morros más bonitos de Rio
de Janeiro. Si levanto la cabeza, a mi derecha se extiende la playa de Copacabana,
un poco vacía todavía ahora las 8 de la mañana y a mi izquierda crece Babilonia, la
comunidad que acoge el hostel en el que estoy viviendo ahora mismo.


Mi nombre es Joana Cabratosa, soy de Barcelona y estoy empezando a viajar sola.
Tengo 22 años y he decidido comenzar mi aventura Rio de Janeiro, donde ya tuve la
suerte de vivir el año pasado gracias a mi intercambio universitario. Ahora he vuelto
a la ciudad maravillosa porque sentía mucha saudade y voy a contaros un poco de
cómo ha sido mi vuelta y la suerte que he tenido de acabar en el hostel Maresias do
Leme.


Después de haber pasado por más de tres alojamientos turísticos en la ciudad
carioca he de decir que nunca me había sentido tan segura como me siento
viviendo en este barrio, en Leme – al principio de la playa de Copacabana. Más allá
de la increíble experiencia de vivir en una favela, también llamada de comunidad,
aquí me siento como en casa. Además, es una colonia característica por su
seguridad y por qué es una de las pocas comunidades “gringo friendly”.


Subiendo por el morro de Babilonia, pero a los pies de él, encontramos el hostel y
ya antes de llegar comienza la aventura: hay que elegir entre hacer una subida a pie
de menos de 10 minutos por las calles empinadas y coloridas de la comunidad o
también se puede optar a subir a la velocidad de un moto taxi por solo 4 reales.
Yo recomiendo usar las dos, aunque si no te gusta la adrenalina alomejor es más
tranquilo subir a pie contemplando los murales de las calles. El hostel Maresias do
Leme, igual que la comunidad que le rodea, está también lleno de pinturas por todas
las paredes. Es una más de las características que hacen este lugar tan acogedor,
que se integra con la comunidad que le rodea.

Así como las calles de Rio pueden generar desconfianza o miedo para alguien como
yo, una turista joven que está viajando sola, las calles de Leme me brindan una
seguridad que nunca habia sentido aquí en Brasil. Yo vengo de un pueblecito
pequeñísimo de 400 habitantes y aquí, viviendo en el morro, parece como que
nunca me he ido: las personas se saludan por la calle, todo el mundo es super
agradable, hay un ambiente muy familiar, etc.


En definitiva, la seguridad de las calles de Babilonia es diferente a estar viviendo en
la Zona Sul de Rio, ya que aquí tienen sus propias normas, es muy difícil que
ocurran asaltos dentro de las fronteras de la comunidad: se puede sentir como el
ambiente es mucho más tranquilo.


Más allá de la seguridad que te brinda estar en el hostel Maresias do Leme, este es
también un lugar perfecto para personas como yo que están viajando solas – aunque
también con amigos-, porqué conoces a muchísimas otras personas que están en
ruta. Además, las personas que llegan al hostel suelen ser viajeros abiertos de
mente y con ganas de hacer nuevas amistades, también por qué una persona
cerrada de mente nunca vendría a vivir en la favela.

Así, gracias a esta gran comunidad de viajeros.


Por otro lado, Maresias do Leme cuenta con una gran red de voluntarios que
contribuyen a que el hostel esté lleno de vida. Por ejemplo, la gran cantidad de
artistas que han contribuido a pintar las paredes y techos del hostel – todo esto al
igual que las calles de Babilonia que rodean el hostel, que están llenas de murales y
pinturas.

Por ejemplo, este mural que se encuentra en la pared justo saliendo de Maresias do
Leme, que tiene un estilo similar a la conocida Escadaria de Selarón, lo hizo – entre
otros – el mismo ex dueño del hostel en el año 2014.

Además, el hostel también colabora con DJ de otras partes del mundo que hacen
que el ambiente sea todavía mejor. Durante mi estancia estuvo un DJ argentino
llamado Fernando que tocaba cumbia subtropical y me encantó conocer nuevos
estilos de musica, nuevas bebidas y nuevas formas de bailar.

Por otro lado tengo que agradecer que el hostel tenga unas zonas comunes súper
bien cuidadas y agradables, ya que después de venir de dos hostels en los que
apenas tenía una cama y un baño, aquí es muy agradable pasar tiempo en las
zonas compartidas.

Mi zona favorita es la terraza superior del hostel, del que hablaba al principio del
artículo, que tiene vistas tanto del morro de Leme como de la playa.

Aunque también me encantó pasar tiempo en el bar. Es el espacio donde se toma el
desayuno y está abierto también durante la tarde. Hacen bebidas tipicas brasileñas
y también alguna cosa de comida como salgados. Además, el bar también tiene una
televisión en la que siempre retransmiten los partidos de fútbol, entre otros.

Además, el hostel cuenta con un mercadillo con ítems de higiene personal y algún
snack, así como también permite el alquiler de toallas y tiene servicio de limpieza de
ropa. Y me gustaría destacar también que el hostel está siempre limpio gracias al
trabajo de los voluntarios.

Por otro lado, no puedo hablar de Maresias do Leme sin hablar de los cuatro
bichitos que regentan el hostel: el perro Mahalu, el papagayo Ester, el perrito Pix y la
gata Camila. Los cuatro son adorables, aunque tengo que decir que mi favorito es
Mahalu, ya que es más viejo y cariñoso con los hospedes. Las mascotas del hostel
contribuyen todavía más al ambiente familiar y agradable que te envuelve
hospedándote aquí.

En definitiva, recomiendo muchísimo este hostel a cualquier persona que esté de
paso por la ciudad maravillosa para así maravillarse aún más de los encantos de
Rio de Janeiro. Antes de venir a aquí nunca pensé que el mejor hostel de la ciudad
carioca estaría en una favela: ahora animo a todo el mundo a vivir esta experiencia.

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